La venta de iPhones no para de crecer, sin embargo, esta tendencia no es suficiente para evitar que los beneficios de Apple hayan retrocedido en el cuarto trimestre de su año fiscal. En este tiempo, la compañía de la manzana ha vendido 33,8 millones de su teléfono (6,9 millones más que el año anterior), pese a lo cual, sus ganancias han caído un 8,5% en comparación con el mismo periodo del año anterior.
Pero los inversores dejaron ayer de lado los iPad, los iPhone, los Mac y demás artilugios de Apple y se fijaron en el apunte contable que les tuvo que explicar el director financiero de la empresa, Peter Oppenheimer: los ingresos diferidos.
La razón, en este caso concreto, es que Apple está ofreciendo gratis cada vez más de sus servicios, en particular en lo que se refiere a actualizaciones de software (OS X y iWorks), por las que hasta ahora cobraba. Eso implica que el precio de esos productos debe, en teoría, ser recortado para computar esos servicios.
El matiz de los beneficios diferidos es muy importante para los inversores en Apple, porque afecta al margen de beneficio. La empresa tuvo un margen bruto del 36,5% en el último trimestre, una cifra por la que casi cualquier directivo del mundo estaría dispuesto casi hasta a matar, pero que es modesta para Apple.
Sin embargo, el presidente y consejero delegado de Apple, Tim Cook tiene que demostrar que Apple es capaz de mantener el ritmo de innovación que su predecesor Steve Jobs impuso en su última década de vida. Aunque Apple está lanzando una serie de actualizaciones de sus productos estrella -los iPhone, los Mac y las tabletas iPad- no ha creado ninguna línea de negocio nueva desde abril de 2010, cuando dio a conocer el iPad.
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