La Comisión Europea ha fijado los objetivos climáticos y energéticos de la UE para 2030 con una propuesta que busca poner de acuerdo a los Estados miembros, quienes en última instancia deberán dar el visto bueno definitivo. La meta para los próximos 16 años es que se consiga una reducción de emisiones del 40% respecto a los niveles que existían en 1990, mientras que se establece un objetivo de producción energética a través de fuentes renovables del 27% para el conjunto de la UE, aunque sin establecer cuotas obligatorias por países.
El Ejecutivo comunitario ha tenido que rebajar sus pretensiones iniciales y buscar una medida de compromiso que obtenga el consenso de los Estados miembros, con políticas energéticas muy diferentes. El presidente de la Comisión, Jose Manuel Durao Barroso, ha defendido este nuevo modelo de mayor flexibilidad porque, pese a que el creciente uso de energías renovables es clave para el futuro de la UE, se requiere de una importante integración del mercado energético y altos niveles de inversión por parte de los estados miembros.
La inversión necesaria para alcanzar estos objetivos en 2030 se estima en 38.000 millones de euros al año para el conjunto de la UE, de los cuales más de la mitad se concentran en el sector residencial y de oficinas, para asegurar una mayor eficiencia en el consumo de la energía.
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